En el banquillo se susurró el «campeonas, campeonas» a falta de un minuto. Sesenta intensos segundos que cantó la grada, y todo un país, que estalló en júbilo cuando se pitó el final del partido. Jugadoras y entrenadores mezclaron las lágrimas en un baño triunfal colectivo. Pareja fue la mejor jugadora del campeonato; Ester, la mejor portera; y el equipo entero, un oro mundial salido del corazón de todo un país.